miércoles, 28 de diciembre de 2011

lunes, 1 de junio de 2009

Eleanor Grace

Bien bien no sabia donde iba, llevaba lo más importante, el regalito entre las manos. El tren hacia un ruido especial para ella, pues le calmaba. Cogía fuerte el regalito y miraba por la ventana, Gretel la miraba con dulzura. Eleanor vestía un vestido marrón y lazo rojo, llevaba un sombrero también marrón, con cinta blanca doblada y un lazo rojo.
-Estás nerviosa?- Preguntó Gretel con cierto encanto en su mirada. Eleanor respiró hondo.
-No.
-Cuando lleguemos debes ser educada, una niña como tu debe saber tener modales, aunque sea tu abuela.
-Sí, lo sé tía Gretel.-Contestó la pequeña.
A Eleanor le gustaba mucho ese color del atardecer, el sol yacía sobre los prados, sembrándolo todo de un naranja muy especial. Se miraba las manitas blancas, pero no dejaba el regalito, su cabello rubio caía hasta los hombros, el sombrero tapaba sus ojos azules brillantes.
-Como es ella?-Preguntó con una voz nerviosa, tras mucho rato sin haber dicho nada.
-Es como tu.- Respondió Gretel.
-Pero yo soy una niña, ella debe ser vieja.-Gretel sonrió.
-Sí, me refería al carácter, Eleanor, en eso os parecéis mucho.
El viaje fue largo, pero por fin llegaron. Eleanor se puso en pie y paciente esperó a que abrieran aquella pequeña puerta para salir, sola se agarró a la barandilla, puso el pie en la escalera y con el regalito envuelto con el brazo dio un gracioso salto bajando al andén.
-Espérame Eleanor- Decía Gretel.
-Quién nos viene a buscar?- Preguntó ella.
-Pues debe ser aquel hombre de allí.-Era un hombre alto, con barba gris, de unos 60 años, delgado, trajeado y muy simpático. Las subió cuidadosamente al carruaje. Eleanor seguía callada mirando el paisaje. La mañana había llegado con la parada del tren en el andén y todo era niebla en el camino.
-No tengas miedo- Dijo Gretel al ver que Eleanor se refugiaba en sus brazos.
-No tengo miedo, estoy nerviosa.-Contestó seria la pequeña.
-Tranquila, tiene muchas ganas de verte.-Eleanor entonces sonrió, hacía ya mucho rato que no había sonreído, para Gretel fue muy gratificante. El camnio se adentraba en el bosque, una vez pasado el sendero se extendía por un hermoso prado y allí insmensamente grande estaba la casa de la abuela Silver.
-Mira tía Gretel ya hemos llegado!-Exclamó entusiasmada Eleanor.
-Sí pequeña, ahí está.
-Vamos que les ayudaré a bajar- Decía Parker, el chofer. Eleanor corrió hacia la entrada.
-Eleanor detente!-Gritó Gretel- Debes esperar, ven aquí... así es. Mira Eleanor; debes tratarla de usted, ser una niña educada, con modales, de acuerdo? Recuerda como te criaron en el internado de Ramstein.
-Solo estube un año tía Gretel.
-Lo sé, pero lo recuerdas verdad?
-Sí...
-Pues así te debes comportar, yo picaré a la puerta.
Eleanor nerviosa y de la mano de Gretel miraba a ver qué figura aparecería por la puerta, como sería su abuela. El picaporte sonó por toda la mansión, y la gran puerta al fin se abrió. Era una figura pequeñita, asustadiza e insegura, vestía con un delantal y una graciosa cofia en la cabeza.
-Buenos días, la señora las espera en la sala grande.- A Eleanor casi se le escapa la risa al ver que en un primer momento había confundido a su abuela con una criada primeriza. Entró seria, miraba aquel recibidor con asombro, era casi tan grande como el del internado. Recorrieron un largo pasillo con grandes ventanales, sus zapatitos de charol resonaban por todo el pasillo, a parte de los tacones de Gretel. Guiadas por Melinda, la criada, llegaron a una puerta blanca muy grande también.
-La señora Charlotte está aquí, deben esperar un momento.-Educada la criada picó a la puerta, tímida, sin fuerza. Des de dentro una voz sonó fuertemente:
-Melinda pica con más fuerza si quieres seguir trabajando aquí, y no hagas más espectáculo, dejales entrar ya.
-Sí señora- dijo ella un poco más enérgica.-Melinda abrió la puerta y Eleanor sin poder contener la emoción corrió hacia su abuela, en aquel momento Gretel gritó:
-Eleanor ven aquí inmediatamente, que no recuerdas lo que te he dicho?
-Vamos Gretel, no seas tan estirada como siempre, deja a la criatura, ahora ya está conmigo.-Dijo estridente Charlotte.
-Tu eres mi abuelita?-Preguntó sollozando Eleanor, Charlotte abandonó su pose tiránica y se agachó dulzemente.
-Sí Eleanor, yo soy tu abuela y tenía muchisimas ganas de conocerte.
-Yo también.-Se abrazaron muy fuerte.
-Melinda enséñale a Eleanor Grace su habitación, ahora mismo estaré contigo pequeña.- Dijo mirándola con afecto.
-Madre- Dijo Gretel, seria.
-Dime Gretel.
-Te la dejo a tí, ya sabes que yo...no podría después de lo de Grace y Blake.
-Lo sé, a mí también me cuesta Gretel, eran mis hijos, tu eres lo único que me queda a parte de la niña, y aún así no quieres estar aquí.
-Madre...es muy difícil, y sería muy difícil vivir aquí, donde Blake...
-Lo sé, lo sé, no digas nada más, por favor.
-Me quedaré a comer, luego me iré, Frank quiere que esté allí por la tarde.
-Oh Gretel! Ese bastardo? No se como tu padre dejó que te casaras con él, no te trata bien.
-Madre, no consiento que hables así de él.
-A caso es mentira?
-No...pero madre es difícil, qué voy a hacer si no? Suicidarme?
-Vamos, vamos Gretel, no salgas de tus casillas, eso nunca hija mía, eso nunca.
- A veces pienso que fue este paisaje, madre.
-Yo he vivido aquí gran parte de mi vida y este paisaje no me ha hecho nada.
-Grace se tuvo que ir.
-Grace no estaba bien.
-Y Blake? Tampoco estaba bien verdad?
-Por que acusas a un simple paisaje de la muerte de tus hermanos?
-Quieres que te culpe a tí madre? O al simple de mi padre.
-Está bien, Gretel, está bien...-En aquel momento Eleanor picó a la puerta:
-Abuela, puedo entrar? Disculpadme, pero quería...-Dijo la pequeña avergonzada.
-Oh! Que traes ahí? No me digas que me traes un regalo.
-Sí...lo compramos la tía Gretel y yo en Londres.
-Vamos, vamos acércate, aquí al ladito del fuego que lo abriremos.- Dijo Charlotte dirjiéndose al fuego a tierra.
-Yo iré a dar una vuelta por la casa, madre-Añadió Gretel.
-De acuerdo.
Eleanor recorrió con su dedo aquellos sofás de terciopelo.
-Son bonitos, verdad? Te gusta el terciopelo Eleanor?-Preguntó Charlotte.
-Mucho abuelita-Sonrió ella.
-Vamos a ver que tenemos aquí.-Dijo con el regalo entre las manos, lo abrió cuidadosamente.- Oh! Eleanor es una caja de musica preciosa, y esta melodía.- Se detuvo el tiempo para Charlotte ante aquella melodía, un par de lágrimas le cayeron.
-Estás bien abuela?
-Si mi vida, la escojiste tu?
-Si! Me pareció una musica muy bonita y como la tía Gretel me contó como era este paisaje, pues pensé que era la musica que más se le adecuaba.
-Eres una niña muy inteligente, como tu madre. Sabes? Acertaste Eleanor, esta melodía es la más bonita que jamás he oído.-Eleanor sonrió, y se abrazaron de nuevo.
-Porque lloras abuela?
-Porque tu tío Blake y yo teníamos una cajita de musica con esta misma melodía.
- Y donde está ahora la caja, abuelita?
-No lo sé... se perdió.-Después de una larga pausa Eleanor miró a su abuela atentamente, con una sonrisa repentina y le dijo:
-Pero ahora tienes esta, y puede ser nuestra, no?-Charlotte rió.
-Sí, claro que sí pequeña.


Unas semanas después Eleanor acariciaba de nuevo el terciopelo, ésta vez de aquella peculiar habitación del piso de arriba cuyas paredes y sofás eran todos de terciopelo y carecía de ventanas, la abuela Silver le llamaba la habitación de pensar, y Eleanor pasaba allí largas horas, leyendo o simplemente acariciando las paredes.
-Eleanor.- dijo seria Charlotte.-Ven aquí inmediatamente, tenemos que hablar.- Eleanor salió de la habitacióm, seria y bajó aquellas largas escaleras.
-Dime abuela, ¿abuela?
-Está en la sala de invitados señorita-Dijo educada Melinda.
A Eleanor se le hacía eterno el pasillo hacia la sala de invitados, sus zapatitos resonaban de nuevo.
-Adelante Eleanor Grace.-Dijo estridente Charlotte.
-¿Hice algo mal abuela?
-No.-Se giró con lágrimas en los ojos.- Nos hemos quedado solas, Eleanor.
-¿Solas abuela? Ya estábamos solas en esta casa...
-Tu tía Gretel ha muerto.- Eleanor al ser tan pequeña no comprendía el dolor que tenía su abuela, lloró, lloró porque entendía que nunca volvería, así como lo hicieron sus padres, pero no lograba entender la inmensa pena de la abuela Silver.
-Melinda! Prepara a Eleanor Grace con el vestido de luto, bajaremos a la ciudad al entierro de mi hija, de prisa.- Ordenaba Charlotte.- Tras haberse puesto aquel horrible traje negro, Eleanor esperaba a su abuela en el piso de abajo, subida al primer escalón de la escalera, con una mano en la baranda y mirando hacia arriba con impaciencia.
-Vamos, vamos, no hay que perder un segundo.-Decía bajando Charlotte.- Señor Parker ayúdenos a subir al carruaje, vaya de prisa por favor.
-Sí, señora-Decía Parker obediente.
Eleanor miraba hacia la mar picada, se retorcía entre los brazos de su abuela, debido al frío, hacía la misma niebla que cuando llegó a aquella casa con su tía, le entristecía, le parecía realmente penoso encontrarse allí, sin nadie más que su abuela.
- Este paisaje no me gusta abuela, Gretel me dijo que era muy bonito, pero a mí me da pena.
-Pena de que mi vida?
-De pena, tengo ganas de llorar.
-Es por lo de tu tía no te asustes.-Dijo Charlotte abrazándola.El entierro fue de lo más común, incluso con la intervención de la fría lluvia inglesa.


-Mi cajita!- Gritó Eleanor, se despertó sudando en una noche de tormenta de verano, encendió la vela y buscó desesperada su caja musical, le dió cuerda y se quedó en la cama escuchando aquella melodía.
-Eleanor! Estás bien?- Preguntó Charlotte entrando en la habitación- Te oí gritar.
- Sí, sí, tuve una pesadilla abuela.
-Tranquila pequeña, vamos ven aquí, quiero oir esta musiquita contigo.- Se acurrucaron las dos en la cama.
-Abuela...recuerdas a la tía Gretel?-Preguntó Eleanor.
-Sí, claro que sí.-Hubo una gran pausa.
-Hace ya dos años que...
-Sí...sí.-La cortó Charlotte antes de que dijera nada más.
-Esta cajita de música la compré con ella.
-Lo sé.
-Abuela, nunca te lo he preguntado, pero...como murió?
-Ay! Mi niña, porque quieres saber eso tu?
-Porque no lo sé.-Dijo Eleanor sonriendo, Charlotte rió.
- No te lo quise decir, y no creo que sea tampoco el mejor momento.
-Por que no? Va anda abuela, dímelo.
-Aún eres pequeña.
-No abuela, seguro que lo entenderé, además ya voy a cumplir 10 años.
-Esta bién...recuerdas a Frank?
-Sí.
-Pues él era muy malo con ella, le pegaba, hasta que se le fue la mano y la mató.- Eleanor miró al frente, pensando, Charlotte la miraba.-Pero tu tranquila, eso ya pasó.
-No pasó abuela.-La caja dejó de sonar.
-Porqué no iba a pasar?
-No lo sé, pero sé que aún no ha terminado.
-Anda, vuélvete a dormir.
-No puedo, abuela.
-Ves como no debería habértelo dicho?-Hubo otra pausa.-Quieres que me quede aquí contigo?
-Sí, porfavor.
La mañana llegó con un fuerte rayo de sol traspasando las cortinas de aquella gran habitación, Eleanor se despertó sola, de nuevo. Con el camisón puesto, bajó las largas escaleras, cruzó el recibidor y salió al jardín, era una mañana muy soleada y fuera de lo común en aquellos prados de Inglaterra norte. La pequeña Eleanor recorrió los jardines acariciando aquellas rosas amarillas. Se paró en seco, un ruido entre las rosas, un aleteo. Miró bien entre las rosas y apartándolas se pinchó. El ruido no paró, pero se transformó, unos pasos sonaban muy cerca suyo.
-Hola?-Preguntó una voz detrás de ella, Eleanor se asustó.
-Quien eres?
-Me llamo Ilan.-Era un niño castaño, ojos claros, con la cara sucia y llena de pecas.
-Yo Eleanor Grace.
-Ya lo sabía.
-Como lo sabías?
-Pues porque te conozco.
-De qué?-Dijo sorprendida Eleanor.
-Crees en las hadas?
-Primero responde a mi pregunta, te lo ordeno.
-Niña, no soy tu criado, si no quiero, no contesto.
-No contestaré hasta que tu no contestes.
-De acuerdo, te conozco porque vivo aquí al lado, y sé que en esta mansión hace un par de años que llegó una niña llamada Eleanor Grace.
- Ah, pues sí, esa soy yo.
-Ahora respóndeme tu, crees en las hadas o no?-Eleanor rió.
-Claro que no, mi abuela dice que son cuentos chinos.
-No crees? Eres tonta.
-Oye niño pobre, a mí no me insultes que pronto te envío a matar yo.
-Matarías a alguien?
-No, era un decir- Dijo avergonzada Eleanor.
-Pues no digas tantos decires princesita, pareces tu la maleducada.
-Discúlpame.
-Disculpada.
- Y donde dices que has visto tu una hada, Ilan? Porque yo nunca he visto ninguna.
-Quieres verla?
-Si es una broma, no.
-Quieres verla o no, Eleanor Grace.
-Sí.-Dijo seria la pequeña.
-Pues acompáñame.
Se adentraron en el bosque, caminaron hasta cruzarlo, llegaron al pueblo y de allí se dirigieron a la zona baja. La gente los miraba con cara de extrañados.
-Oye Ilan, se me olvidó vestirme.
-Da igual, no creo que te diga nada Ilka.
-Quién es Ilka?
-La hada.
-Ah, a mi no me importa Ilka, me importa la gente, que me mira.
-Te miran porque saben quién eres y porque vas conmigo, solo eso.- De repente se paró en seco- Y oye, Eleanor, la gente no te tiene que importar.
-Pero mi abuela dice...-Ilan la cortó.
-Mi madre dice que la gente te tiene que importar un pimiento.
-Porque eres pobre.
-Ser rico significa ser los demás? Tu no eres Eleanor, no? Eres la gente que te mira.- Eleanor calló.- Anda vamos, que nunca llegaremos a mi casa.
Se apartaron un poco del pueblo y subieron por un sendero, había una casa de madera.
-Ésta es!
-Aquí vives?
-Sí.
-Qué pequeña es.
-Ya...la tuya es muy grande. Vamos pasa.- Era una casa acogedora, llena de botes y que olía a incienso. En el fondo había una canastita, decorada con lazos.
-Ahí está Ilka.
-En la canastita? Yo pensaba que las hadas vivían en el bosque.
-Tu no decías que no creías en las hadas.
-Ya...pero en los cuentos es así.
-Los cuentos, cuentos son. Te presento a Ilka- Dijo dando un fuerte paso hacia la canasta. Eleanor sorprendida se acercó con esmero, ‘Cómo debe ser?’Se preguntaba a sí misma. Pero su sorpresa fue aún más grande cuando vió aquel trocito de carne blanca i rubia en la canasta.
-Pero si es un bebé-Dijo con mirada irónica a Ilan.
-Sí es mi hermana Ilka i es una hada.
-Pero qué hada, si no tiene alas, ni vestido, ni nada de nada, esto no es una hada, me has engañado!- Exclamó Eleanor enfadada.
-No te enfades, niña de los cabellos dorados, mira...- Ilan cojió a la pequeña Ilka y le dió la vuelta. Ilka tenía dos marcas en la espalda, tales como si fueran dos alas cortadas a ran de piel.-Estas son sus alas, Eleanor.- Eleanor sorprendida, no sabía que decir.
-Seguro?
-Claro, por la noche oigo los aleteos.- Dijo Ilan satisfecho.
-Ilan!- Un mujer entró en la choza.- Cuantas veces te he dicho que no digas esas estupideces!- Tenía el rostro rojo, la voz gastada i el pelo despeinado.

viernes, 22 de mayo de 2009

La vida de l'Ana

M’encanta fumar en aquest llit, és molt còmode. Fumo i fumo, amb gràcia li faig un copet a la cigarreta per treure la cendra que cau suaument a terra. Semblo una puta locomotora treient fum. Hauria de fumar drum, no?. L’Angie m’ho diu, diu que és més sa, no sé, em fa pal haver de liar-los. L’Angie és d’aquelles persones que et diuen que facis coses perquè són més sanes i després ella fa coses molt pitjors. L’espero pacient, recordo el dia que vaig començar a sentir parlar d’ella; seria 5 de setembre, era dilluns. Ho recordo perquè sols feia un any de la mort de la Jannie, exactament un any. Aquell dilluns la gent va començar a parlar de l’Angie, una noia preciosa la qual tothom admirava, deien que entraria a fer interpretació. Doncs be, sincerament, aquella setmana va ser horrorosa, la gent murmurava ‘Vindrà a aquesta escola’, ‘és molt maca’...Els tios ja es plantejaven com se la lligarien i les noies com serien les seves amigues. Jo passava de tots, què pesats que eren, cony. A mi l’Angie me la portava fluixa. El pitjor de tot es que la gent del meu grup també estaven així de pesats. Després d’una setmana, el següent dimarts dia 13 de setembre del 2005 (el número de la mala sort o el de la bona), jo em vaig llevar com sempre, la Sally m’havia preparat l’esmorzar i havia marxat a treballar, com anava justa de temps el vaig ficar a la bossa i au, cap al cole. En arribar allà estaven tots fent corrillo i fumant, vaig deixar la motxilla i vaig seure al terra. Vaig treure el meu tabac, l’encenedor, tots em miraven i de sobte l’Oliver va saltar
- Avui arriba.- Jo amb la cigarreta a la boca, vaig quedar-me quieta mirant-lo intentant encendre-me-la, vaig riure irònicament, me la vaig encendre i vaig guardar l’encenedor dient que no amb el cap, mentre feia la locomotora, per variar. Després d’uns minuts de conversa forçadament desviada per mi, tots es van quedar callats, vaig girar el cap cap on miraven ells, s’apropava amb cara irònica,venia cap a mi, mitja escola l’estava mirant, es va plantar davant meu, jo asseguda, indefensa, ella imponent davant meu, tenia els ulls més macos que mai he vist, verds, brillants, i aquells llavis de cirera, tenia la mirada intensa, mirant-me als ulls, i jo...jo no podia apartar la vista- Teniu foc?.- Teniu, ella va dir; teniu? Teniu és plural, però no apartava la mirada dels meus ulls.
-Sí, té.- Li vaig donar. No va dir gràcies, em va mirar i va somriure, va tornar per on havia vingut.
Aviat em treuré el carnet de cotxe i em compraré un mustang.



Jo la mirava molt quan conduÏa, els seus ullets blaus que miraven cada dos per tres pel retrovisor, irònics, com era ella. Sempre feia bromes al cotxe, li agradava molt conduir, molt, molt. I a mi m’agradava que ella conduís, a la mama també, a tots ens relaxava la seva manera de conduir, suau. Quan feia aquelles bromes s’apressava en mirar pel retrovisor per que riguéssim i per veure quines cares fèiem, i jo li mirava els ulls, amb aquell tros de cabell ros que li creuava la mirada i que se l’apartava amb un minuciós moviment de cap. Era fantàstica i jo l’admirava. I a més com teníem la mateixa malaltia era per mi un model de fortalesa idoni. Sempre deia que si anàvem a comprar havíem d’anar plegats, així descobríem que ens agradava a cada moment, perquè deia ‘que les persones canviem de gustos sovint, Connie, si anem plegats acertarem en què comprar’.
Jo sé que li feia mal la ferida de guerra, a la mama li agradava molt tocàrse-la, però a mi em feia fàstic, o més que fàstic, por. Sé que li feia mal, molt de mal més enllà de la pell endins. I jo també sé que li feia mal el fet d’haver-se separat un cop de la mama, i sempre la trucava molt, es trucaven, i quan es veien revivien l’espurna de temps passats, i jo sé que en el fons els hi va anar be aquella separació, per mi no, però per elles si.



És clar que els hi va afectar la separació, sobretot a l’Angie, després d’allò va com perdre l’esperança de ser eternament jove i fer el que li sortís de la figa. A tots ens va afectar, jo vaig caure en l’anorèxia de nou, a vegades penso que si que acabem com els nostres pares, o les nostres mares i així, famosa, anorèxica, cantant, depressiva, així sóc jo, una barreja d’aquestes dues i a vegades no entenc perquè m’hi he d’assemblar tant, em rebenta.

-Com s’hi assembla a mi, oi?- Deia l’Ana ficant-se al llit.
-Qui?- Contestava l’Angie amb el llibre entre les mans.
-La Chleo.
-Ah sí.- Deia sense prestar gaire importància, llegint.
-Angie..-La va tallar.
-5 minuts.
-Vale, però té la teva serietat, oi?
-Ahà.
-Vale borde, bona nit.
-Bona nit.

Mira com la mira mentre dorm, la mama és així, fa les coses bones quan els demés no la veuen. Amb mi no, sóc el primer, i amb mi és com si anés a un altre món, no vull fer-me el superior vers els meus germans, però sé que és diferent. L’Ana també ho fa amb la Chleo i la Gisela, són les nenetes d’ella. Crec que l’únic que era de les dues, era l’Ollie i per desgràcia...Bueno no sé. Mira, ara passo per davant de l’habitació, allò les va canviar per sempre en especial a l’Angie que li va morir entre els braços, joder ja se m’ha fet el nus a la gola, hi penso i no ho puc evitar.


La Connie encara amb l’uniforme s’asseia a la cadira de la cuina.
-Mami anem a comprar?
-Sí clar, un moment.-Deia l’Angelina des de l’escala.-Ollie marxem.- Ell es trobava al despatx amb l’ordinador.
-Vale mama.- Ella va anar fins allà.- Escolta’m que marxem.-Ell la va mirar i va riure.
-Ja m’ho has dit...
-Ja... t’estimo.-Li va dir agafant-lo pel cap.
-I jo mama, però te’n vas a comprar, no de viatge.
Li va fer un petó, un sentiment horrorós la envaïa. Van arribar al supermercat.
-Connie ves a agafar un carro carinyo.
-Vale.
Uns minuts després l’Angelina es va començar a marejar i un dolor insuportable li punxava la matriu.
-Mami estàs be?
-No, marxem Connie.
-Vale.
-Et quedaràs a casa de la Kaila d’acord?
-No mami jo vaig amb tu.-Tot era com una suau intuïció.
-No Connie, no pots venir.
-Que sí, que sí!
-Que no!- Va cridar L’Angelina ficant-la al cotxe. La Connie mirava per la finestra, ella ho sabia, les dues ho sabien. Va baixar plorant del cotxe, mirava a la seva mare amb la pena més gran del món reflexada als seus ulls, reflexada en aquells udols, sabent que encara ploraria més quan la mort truqués de nou a la porta de les seves vides. L’Angelina va arribar a casa, de pressa, va entrar, La Judy cordada, el John inconscient.
-Ollie! Ollie amor meu on ets?.- Deia desesperada pujant les escales. Una veueta suau venia del despatx.- Mami...- Allà estava L’Ollie aguantant-se la ferida amb una mà i amb l’altre alçant-se del terra cap amunt.
-No et moguis vida, ja vaig, ja vaig, així, molt bé, tranquil.- Feia L’Angelina agafant-lo.
-Mama tranquil·la de veritat, mira l’home que ha entrat era ros, tenia els ulls verds i una barba com si fos de tres o quatre dies.
-No parlis amor, tranquil.
-Estic tranquil mami, si ja està, si ja està.-Se li tancàven els ulls.- Si ja...està.-



Recordo la mama aquell dia, quan va arribar a casa i va veure l’Angelina amb el nen entre els braços, jo no sabia que fer. No sabia si marxar...o què, acabava d’arribar de ballet, aquell dia havia tornat amb la Gisela perquè havíem fet classe juntes. No sé... va ser molt dur, molt. La mama els mirava i pensaria, què és això? L’Angelina cridava molt amb l’Ollie entre els braços, i a mi se’m distorsionava el soroll, la Chleo s’enduia les mans a la boca i jo mirava, només podia mirar. Això de que se’m distorsioni el soroll em passa sovint, bueno més que res en les situacions estressants, sempre m’ha passat, com el dia en el què la mama se n’anava a la guerra.




Fa tres dies que som aqui tancats a la tenda, no puc escriure a casa, no puc ajudar a ningú d’aqui fora.Tinc depressió, el sargent m’ha perdut les pastilles, m’és igual. Va ser fa tres dies quan se’m va trencar la vida, cap a les 4 de la tarda, seria. Anàvem per un dels boscos de Zagros, portàvem elevada la bandera blanca-No som soldats! Som milicians!.- Cridàvem, jo fins i tot en àrab, per si m’entenien, tot i així continuàven disparant. Disparàven a tota criatura al seu pas, també a civils propis. I allà, en aquell moment, entre trets, fang, pluja, la vaig sentir plorar- Pareu!- vaig dir. Allà estava, petitona, a sobre del seu pare, i allà se’m va trencar la vida. Ell tenia el cap rebentat i debia portar allà un parell de dies, estava ple d’insectes i la olor era horrorosa però ella seguia allà, a sobre d’ell intentant calmar la seva pena, intentant consolar-se amb el seu pare mort. Em vaig apropar a ella li vaig oferir la meva mà, va deixar de plorar, em mirava fixament als ulls, ha estat la mirada més intensa que m’han fet mai. Estava mullada, necessitava tapar-la, tossia molt- Porteu una manta, un drap! Alguna cosa, ràpit!- Però tots havíen avançat, només en Jean estava al meu costat amb la gran bandera Americana- Dónamela!- Li vaig prendre i en Kyle que acabava d’arribar va dir -Però què fas? És la bandera d’Amèrica!.
-Calla imbècil, hem de treure la nena d’aqui com sigui!- I allà la portava, entre els meus braços, embolicada en una bandera d’un país que en comptes d’ajudar a aturar el què havia matat el seu pare, ho estava agreujant.
-Venen cap aqui!- Cridava en Tom. Avançàven de pressa i cada cop disparàven més, per què contra nosaltres? S’estava fent de nit, la nena plorava, debia tenir fred, por i gana. Ja estàvem arribant al campament base quan els trets, de sobte, van parar.- Han parat?.- Vaig preguntar.- No, no, no! Correu! És una estratègia!- Va cridar en Philip. Jo no ho entenia, no els veia, i la nena, i jo em vaig posar a correr, i la meva nena, i van començar a disparar, i jo la protegia, i cap bala ens donava, i jo corria, i una bala...una puta bala la va atravessar, i joder...perquè no a mi? M’eren igual els trets, les armes, em vaig desplomar enmig de la pluja i el fang, i la meva nena i la sang...I aqui sóc ara, la guerra, la meravellosa guerra.




Un día d’aquests m’apuntaré a fer algo al servei militar, tinc moltes ganes. Anar a ajudar, no sé, i a combatre si cal. L’Angie no ho sap, si s’entera em mata.Avui m’he anat a apuntar a l’autoescola, tinc moltes ganes d’aquell mustang i de poder anar a la platja amb ell, i que tothom em miri.Ahir l ‘Angelina em va dir que vol tenir molts fills, i que li agradaria començar ja, jo li he dit que ho trobo una bojeria, i ella m’ha dit que què més don si total, les dues estem pirades. A mi em sembla bé, ara, sols que haurem de comprar una casa més gran i jo hauria de començar a treballar en alguna pel·lícula viam si guanyo més diners. El crack està bé, però clar és un bar, i treballar tota la vida de nit per no cobrar gaire, doncs no em mola.Ella vol adoptar, a mi m’agradaria quedar-me embarassada, si tinc una nena es dirà Chleopatra, la primera dona que va dirigir un imperi, o Dorothy, m’encanta Dorothy, com la de Mago de Oz, un pel·lícula fantàstica.
Dintre d’una estona aniré a encerar la tabla, em passaré per l’escola a recollir el títol i aniré a treballar al crack. Suposo que després em vindrà a veure l’Angie, com aquell dia... el segon dia de coneixe’ns. Jo estava al bar treballant, era per la tarda, els preus havien pujat i feia molta calor, no hi havia gaire gent; el senyor Collins per variar i un parell de persones més, la Sally netejava les taules i jo anava eixugant els gots, vaig mirar per la finestra i allà venia, somrient, desinhibida, amb un chupa-chups va entrar amb una vehemència increible, es va recolzar a la barra i jo vaig fer com si res, com si fos una més.
-Què et poso, guapa.
-Mmm...sí, em poses molt.- No sabia què dir, vaig somriure i vaig baixar la mirada.
-Què vols per beure, va, que et convido.
-Em convides? Guai, perquè no portava diners.
-Ah, era un estràtegia perquè et convidés llavors, no?
-No pas, venia a veure’t, anava passejant i t’he vist i he pensat; mira-la que bona que està i he entrat a veure’t.- Cada cop estava més sorpresa així que sense pensar-m’ho dos cops la vaig besar...Va ser increible, de veritat, aquells llavis se’m feien eterns, se’m fonien. Les 4 persones que hi havien al bar ens miràven; la Sally de pressa va marxar cap a dins, la parella somreia i el senyor Collins anava dient que sí amb el cap, de sobte va dir- Feu bona parella noies, aviat us veurem passejant juntes.- L’Angelina va apartar la cara avergonyida.- Tens molta feina?.- Va preguntar, jo vaig mirar a la Sally - No ho sé Angie, no crec que pugui marxar...-Au ves lliure, aqui a les 9, em sents?- Va cridar la Sally des de dins.
Ja és aqui, acava de picar, me’n vaig a encerar la tabla.



Per què? Aturdida em llevo, per què? Miro per la finestra i no veig res... per què? Per què cony has marxat, Jannie? Ahir jo no sé...no em miris així, Sally. No puc creure que estigui morta, perquè jo... joder, saps? La vull veure, vull dir-li que l’estimo. Ahir va ser? Ahir, sí...no se quantes hores porto dormint, merda! Ahir no, mentida, abans d’ahir va ser. Jo, ja saps, anàvem a fer surf i les dues vam pujar en aquella tabla, i no ho vaig entendre perquè crec que em va dir que m’estimava molt i què si...joder, que si volia que estiguèssim juntes, i allà, jo no sé, la ona va venir, i ens va empènyer, crec. I després deien que estava morta.
-Ana.
Què deu voler aquest ara.
-Què.
-Tens depressió.
-I?
-Deixa’m acabar, veurem com avança d’acord? Perquè has tingut una mica de paranoia, potser tinguis algun trastorn, com un trastorn bipolar.
Què cony m’està dient, jo no l’entenc.
-I què vol dir això?



Mentre l’aguantava amb els braços li acaronava la cara, tremolava potser només com aquell cop...molts anys enrere. Blanca, amb les mans pelades, les ojeras marcades de dos dies sense dormir, nerviosa, plorava.
-Dona’m la bossa, vull vomitar.-Va dir amb la mirada perduda.
La sala d’espera era tota blanca, eren les 11 del matí i la poca gent que hi havia intentava evitar seure prop d’ella, ‘no está be’debien pensar la majoria. L’Angelina l’aguantava amb paciència, ben vestida, anés on anés sempre arrosegava la seva infinita elegància, l’Ana en canvi portava uns texans i una suadera ample, la primera cosa que li havia pogut posar l’Angelina, és clar. Cada cop tremolava més i gemegava, ella no volia estar pas allá.
-Tranquil·la Ana, aviat passa.-Deia L’Angie.
La porta de la consulta es va obrir enèrgicament, d’allà sortia la Joelle de pressa.
-Ana reina.-S’ajupia- Que ha passat? Bueno tranquil·la, passeu, passeu.
Van entrar, tot i que l’Ana es resistia, pero la Joelle la va agafar amb força i la va asseure a la camilla, l’Ana desesperada la pegava.
-Ana, si continues així t’haurem de cordar.- Li va dir la Joelle.
-Que no, que no, ahaaa!- Gemegava l’Ana.
-A passat res en concret Angelina?
-Vam discutir dissabte.
-Ja entenc...sobre el treball?.-L’Angelina vacil·lava.
-...Sí.
-Bueno, ara li posarem un calmant, així no podem parlar amb ella.No s’ha volgut prendre les pastilles aquest matí? O sí...
-No, bueno, en principi no ha volgut, pero després se n’ha pres 5 de cop.
-Una altre discussió?
-Sí...-L’Angelina va arrencar a plorar.
-Tranquil·la Angie, saps que no és culpa teva.
-Ja, ja...



No se sap, mai, què és el que pot ocultar una persona al seu interior, mai. No pots entrar al cap d’algú i mirar com si d’una visita es tractés. A vegades no pots ni tan sols saber què és el que t’ocultes a tu mateix, és evident, està ocult. Fa por, la ment fa por, és un misteri inexplicable per mi, un dia be, l’altre ja no, fins i tot ho podriem definir en segons i les seves mil·lèsimes, perquè en una mil·lèssima de segon pots acabar d’escriure una novel·la, pots trencar-te la vida, o la d’algú altre, pots de sobte ser feliç o pensar que vols morir. Una mil·lèsima de segon mirant al cel pot ser la mateixa mil·lèssima de segon on veus que la sang va caient canell avall. Però la gent comuna això, visiblement, no ho té en compte, per això suposo que la gent oculta coses, les seves pròpies mil·lèssimes i es llençen a l’exterior amb una màscara de rutina i família. Són les 4 del matí i potser em sento sola en aquesta cadira, la vida s’em fa vella per moments, pesada i cansada de tantes mil·lèssimes, segons, minuts, hores, dies, setmanes, mesos, anys, dècades, vintenes...Sola, sola amb mi i el meu interior, perquè l’ésser humà busca la sociabilitat per simple por al seu propi interior, som tan imperfectes, tan estúpids i simples. Sola jo en aquest món que gira i tomba, i les mil·lèssimes et canvien la vida i mai sabràs què passarà demà. Sola jo amb aquesta veu que pensa i escriu, sola jo amb la meva ment i ànima. Estic cansada d’aquest periode de la meva vida, així tot com igual. Sempre he odiat la rutina i l’Angie m’ha dit que la meva vida no ho ha estat mai pas de rutinària, però coi, sóc jo la que ho sent així. Estic farta de que em diguin et sents així, has de fer això, potser et passa això, molt farta, vull que em deixin sola amb mi mateixa que ja seré prou lliure com per saber què és el què més em convé.Cansada de portar aquesta ànima ferida, tant ferida. Però bé, espero que demà sigui un altre dia on em senti més humana i amb una màscara rutinària i familiar.




Feia temps que l’Ana no la veia ballar així, sota la música de l’estiu de 2009 (Ayo technology), la llum semblava ser vermella, els nens dormien i podia beure tranquila, i aquells moviments de l’Angelina, la feien anar cap a ella amb el cubata a la mà, fent una passada a cada acord de guitarra, i l’Angelina no la mirava, però sabia que venia per darrera, sempre havia tingut aquella magnífica intuició. Van ballar, van ballar molt, van sortir amb els amics, es van estirar a la gespa, es van mullar amb els aspersors, les mirades corrien com cada gota d’aigua, la música encara sonava al cap de l’Ana tot i que ja no eren al pub. Podia posar-se a tocar en qualsevol moment, que alguna cançó sortiria, segur que d’amor. L’Angelina es va acostar a l’Ana ‘aquesta nit m’he posat nerviosa cada cop que et mirava, com quan no et coneixia...’.L’Ana se la va mirar i va somriure, ‘És que encara no em coneixes’.



- Saps Angie? Tu ets la reina d’Àfrica i jo sóc la reina de la Fox.
- Com?
- Que sí, que he comprat la Fox!
- Què dius Ana.-Va riure l’Angelina.
- No t’ho creus?
- En sèrio?
- Clar, de què em serveix tants anys de carrera cinematogràfica si no és per comprar el tercer motor d’Àmerica.
- Hahahaha, el segon, potser.
- No et sembla malament?
- Home, no sé... però m’ho hauries d’haver comentat abans.
- Ja bueno és una d’aquelles oportunitats que pillo al vol.
- És una d’aquelles que pilles amb la hipotímia.
- És possible.
- Podràs amb això? O t’arrepentiràs després.
- Tinc 57 anys, no hi ha un després.
- T’arrpentiràs o no, Ana, no em canviis de tema.
- Uh, pues no sé...potser sí, de moment no m’he arrepentit del video de ‘Charlie the Unicorn’.
- No, ni crec que ho facis, la veritat...
- Veus què bé? Tampoc m’arrepentiré d’haver comprat la Fox, que fort, l’he comprada eh, com es nota que tenim diners.
- Sí però en el teu estat no et convé gastar-los així.
- Ai Angie, ja començem, tenim milions de dòlars morint-se de riure al compte corrent, de quan en quan algun capritxet...
- Comprar una companyia de cine no és un capritxet, és una bojeria.
- M’estàs dient que estic boja?
- No, no, no, ho sento, és l’expressió, però Ana enten-me...
- Ah bueno, si és per això et perdono, vale?
- Vale...però crec que és hora de que et prenguis les pastilles.
- No, no, no, no! Angie només deixa’m una estoneta més així, només una miqueta que se m’ha acudit una miqueta de guió i algunes notes per la guitarra, siusplau!
- Tens una hora i mitja.
- Gràcies! T’estimo molt!




El meu nen és mort. El meu petit ha mort. Fa dos dies, tres hores, i 25 minuts, que el meu reietó és mort. El meu príncep, fruït de les meves entranyes, ha mort. La meva petita criatura, allò que vam tenir i amb tanta cura vam criar, el meu bolet d’ulls verds, el meu primer fill varó que va sortir de mi, se l’han endut. El meu àngel de la pau, l’han derribat. Han mort la meva ànima, han mort la meva matriu i el meu cor. Han mort la seva rialla, la seva infantesa, part de la seva adolescència, han mort els seus valors, les seves idees i pensaments, han mort els seus ulls, les seves mans, han mort les seves ungles mossegades, els seus peus, la seva pell blanca...Han mort la seva ànima. Fa dos dies, tres hores i 29 minuts que han mort el meu fill, el nostre fill, era un germà magnífic, un amic fantàstic, una persona increíble...Han esborrat d’aquest absurd món la seva existència. No hi és. No hi és la meva criatura. On és? Joder...on cony es el meu nen.

lunes, 18 de mayo de 2009

Plasmar en tinta.

Des de ben petita, jo
he tingut consciència
de vida i de mort.

Mirava amb atenció
jugava amb sabó,
creava colònies i perfums
amb flors i alcohol.

Des de ben petita, jo
sóc valenta,
encara que tingui molta por.

Tenia molta imaginació
amb aigua jugava.
No parava fins trobar
allò que buscava,
un cop ho tenia
mirava i mirava.

Inspeccionava, escrivia
i comparava.

Des de ben petita, jo,
neneta d'ulls foscos
i cabell arrinxolat,
sóc simpàtica,
alegre, expansiva,
un no parar.

Jugava a guerra,
jugava a pau,
jugava a que plovia,
jugava sola,
jugava en companyia.

I era feliç, jo.
M'alegrava el nadal,
sempre m'amagàven els papas
el regal més preciat,
i jo el buscava i el buscava
i quan el trobava vinga a jugar.

Des de ben petita, jo
he tingut consciència
de vida i de mort.

Plasmava les meves inquietuds
en paper.

Jo volia perdurar,
volia ser heroina de lletres,
guerrera de vida,
salvadora de mort.

Jo des de petita sabia
que un dia marxaria
així que escrivia i escrivia,
si un joc m'agradava molt
anava a plasmar-ho en tinta.

A vegades el compartia
i tot era més màgic,
quan ell venia
quan jo anava,
cinc-centes històries
recorregueren
la nostra ment,
i l'hort,
i el bosc,
i nosaltres,
i ell,
i jo.

Després va arribar ella,
i la imaginació desbordada
continuà,
aqui i allà.

Aquest sentiment
de plasmar-ho tot en tinta,
imaginar histories
i tenir-les escrites.

Plasmar la meva vida,
com vaig començar,
com pot acabar.

Des de ben petita, jo
he tingut consciència
de vida i de mort.

He sabut què és la mort
i les seves conseqüències.
Jo visc, i mentre visqui
escriuré;
com vaig començar
o com acabaré.